Detalle

Detalle

Le darían el alta en horas de la tarde. La enfermera a su cuidado en el hospital dio aviso a primera hora de la mañana. Su vieja Camila llegaría a casa despojada de la alegría habitual que le iluminaba el semblante, emitía destellos en derredor e irradiaba en otros. Las secuelas del virus la mantendrían postrada. El amor de su vida nunca volvería a ser el calor del hogar. Ahora él tendría que convertirse en la brasa que la arropase, hasta el fin del que primero partiera; pensó Daniel, en medio del apuro para salir a buscar el detalle con el que la recibiría. De regreso cruzó la ciudad, sentado en la banca del tren, sosteniendo entre las piernas un enorme cono de flores rosadas, con la congoja del alma en la mirada ensombreciendo su ajado rostro.

Alma Selena Miranda Villalba.

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